Muralista, ilustradora y artista multidisciplinar. Su trabajo se desarrolla en el cruce entre lo orgánico y lo mecánico, explorando la interacción entre la naturaleza, la ingeniería y la memoria de los objetos. A través de la fusión y descontextualización de piezas antiguas, crea artefactos de conciencia: vehículos imposibles, máquinas poéticas y dispositivos simbólicos que invitan a imaginar nuevas formas de habitar el mundo.
Formada en España y Holanda, Irene complementó sus estudios con un Máster en Producción Artística en la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), donde se especializó en arte y tecnología con un enfoque en la imagen en movimiento y la animación. Su trayectoria ha sido reconocida con múltiples premios en pintura rápida y obra gráfica, además de haber participado en proyectos expositivos y colaborativos a nivel nacional e internacional, con presencia en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Dakar, Berlín, Lisboa, Oslo y Estocolmo, entre otras.
Más allá de la creación artística, Irene ha desarrollado un método propio para estimular la creatividad en jóvenes y adultos. A través de sus talleres fomenta la inclusión, la sostenibilidad, el crecimiento personal y otros valores fundamentales, demostrando cómo el arte puede ser una herramienta de transformación social.
Uno de los ejes recurrentes en su obra es la preservación de las semillas, tanto como símbolo de regeneración como acto de resistencia y memoria. Sus composiciones suelen resguardarlas en frascos, transportarlas en mochilas o integrarlas en dispositivos que sugieren nuevas formas de proteger y diseminar la vida.
Sus creaciones funcionan como metáforas visuales de un mundo en constante cambio, donde la resiliencia y la innovación convergen. En su imaginario, la infancia es protagonista: niños y niñas se convierten en exploradores de estos universos híbridos, donde la nostalgia de lo analógico y la esperanza de un futuro más armónico coexisten. Sus artefactos desafían la lógica convencional y proponen una realidad donde la ingeniería, la naturaleza y la preservación de la vida trabajan en sincronía.